lunes, 15 de septiembre de 2014

PARA NACIONALISTAS

CONTINUACIÓN

10. “Me encantaría, pero…”.

           

–Lo que están haciendo está muy bueno. Muy necesario. Todos los jóvenes deberían estar en lo mismo.

–Bárbaro, te esperamos la próxima reunión.

–Uy, pero, ¿sabés? Tengo un problema. Ando con muchos estudios y no tengo tiempo de reunirme. Se me vienen los finales encima…

–Pero mirá que todos estudiamos por acá, no sos el único.

–Bueno, pero, además, ¿viste? Mi novia. Ella mucho como que no le gustan estas cosas.

–Fijate que hay varios jefes con novia, eh. Es parte del sacrificio.

–Sí, tenés razón… pero, pst, son cosas. Este jueves, de todos modos, me hubiese sido imposible: juego al fútbol con unos compañeros del laburo.

–¿Compartís algo con ellos?

–No, son totalmente diferentes, piensan muy distinto. Pero bueh, son cosas que hay que hacer… les mando un abrazo. ¡Malvinas Volveremos! ¡Viva la Patria! ¡Viva Cristo Rey  

11. Mucho ruido y pocas nueces



            Firman como José Antonio, escriben como León Bloy, llevan apodos de colosos. Se despiden en castizo, usan boina en las peñas. ¡Buenísimo! El orden exterior es reflejo del interior; Pascal lo recomienda. Es bueno. Bárbaro.

Pero, ¿a la hora de militar por Dios y por la Patria?

Nada.



12. Nacionalistas anarquistas



            Reunión a las 18 hs. Cae siempre 20 minutos tarde. Se va siempre 15’ antes: “Tengo que hacer muchas cosas”. Algunos lo miran incómodo, pues piensan “bueno, al fin y al cabo, yo también tengo cosas que hacer pero las dejo de lado por la militancia”. ¿Contribuye económicamente? Sí. Pero a destiempo. Desordenado. Impreciso. ¡Pero nuestra doctrina es doctrina del orden!:



“¿Revoltosos…? los que profesamos el orden y el método. ¿Perezosos…? los que canonizamos el celo y el trabajo”. (Jean Ousset).



Su militancia, su participación, su colaboración… es anárquica.

Hoy se puede contar con él, mañana no se sabe. A veces falta. Nunca avisa. Desaparece durante meses. Incapaz de sujetarse a las órdenes de otro: siempre tiene una idea mejor que el jefe. Incapaz de obedecer: siempre él puede pensarlo mejor. Incapaz de confiar: sólo puede confiar en sí mismo.


13. Los eternos disconformes



            Si se hace un retiro espiritual, se quejan de que falta acción.

Si se hace una acción pública, se quejan de que falta oración.

Si el acento de tal empresa está en la formación, protestarán por la ausencia de propuestas concretas.

Pero si el acento de la empresa está en lo concreto, argüirán ausencia de elementos formativos suficientes.

La gata flora.



14. Los providencialistas



            Jean Ousset nos describe en su libro La Acción un excelente ejemplo, que presenta muy gráficamente cómo actúan al mismo tiempo el hombre y Dios.

La monjita que cuida de un enfermo en un hospital reza todos los días por él. Implora al Señor por su recuperación. Pero tales prácticas de piedad no la eximen de lavar, todos los días, las sábanas del convaleciente para evitar que se infecte y se muera. La monjita sabía muy bien que ella –y no los ángeles querubines– tiene que lavar las sábanas. ¿Nosotros lo sabemos también?

Fue precisamente el error de Lutero suponer que la acción de Dios eximía al hombre de sus propias acciones. Cabe un uso torcido de la esperanza en Nuestro Señor, si la misma se convirtiera en el pretexto para no hacer nada, llevándonos a un quietismo absurdo: “¿qué se pensaría de la religiosa enfermera que, a pretexto de que también gana el Cielo, por el hecho de ser una religiosa orante y ferviente, no se preocupase de la ineficacia habitual de los remedios escogidos, de los cuidados prodigados?”. Y para concluir, dice Ousset:



“¿Y quién se atrevería a decirle: ‘Hermana, no se inquiete de que los enfermos se le mueran a chorros en cuanto quedan a su cargo. Poco importa el resultado. ¡Ánimo! Lo importante es que de esta manera gane Ud. el Cielo?”.



            Nuestro autor recrimina duramente estas posiciones: “Es odioso el engaño de ese pietismo, que se cree sobrenatural porque está desencarnado, en el que la oración lejos de esclarecer, lejos de fortificar la acción se convierte en argumento de negligencia, de pasividad, de inconsecuencia. Actitud que tiene tanto éxito porque favorece una tendencia natural a la pereza, al esfuerzo efímero, quizá, pero elemental, superficial, sin resultados duraderos y serios”.



15. Formados pero no comprometidos

           

–Curioso ese señor. Hace años que sólo hace cursos sobre las herejías de los primeros siglos, el sexo de los ángeles y la obra cultural de Alcuino durante los 15 años que gobernó Carlomagno. Jamás ha aparecido en ningún acto público. Jamás habla de nada que le suponga un riesgo. Se codea con los grandes popes de tal o cual facultad, culpables de su vergonzosa descristianización. Me pregunto: habla mucho –y bien– de las herejías de los primeros siglos de la Iglesia. Pero, ¿cuándo hablará de las herejías del siglo XXI?

¡Señores, abran los ojos! ¡Señores, hoy gobiernan terroristas y asesinos! ¡Enemigos de Dios y de la Patria! ¿No se dan cuenta que no gobierna San Luis Rey sino los homicidas profesionales? Y ustedes, ¿seguirán practicando la auto-satisfacción intelectual?



16. Mucho número, no importa cómo



–Hay que juntar mucha gente. Reenviar los correos. Reenviar y reenviar. Vamos, vamos. Invitá a todo el mundo. Después nos organizamos. No hablemos de las cosas que nos dividen. Toquemos lo que une.

Se forman aglutinaciones absolutamente heterogéneas de personas, con diferencias profundas en la acción y en la formación, unidas por cierto rechazo a tal o cual figura, pero que respecto de “los ideales positivos” no coinciden prácticamente en nada.

Resultado: agobio, tensión, nervios, desgaste, ineficacia. Se va quemando a la gente que asiste, decepcionados de que –una vez más– la unión no haya sido posible. ¿Pero cómo podría ser posible una unión sin principio de unidad?

No tiene sentido reprocharle a una acción anárquica que no produzca el orden. El olmo no tiene por qué producir peras.



17. Los bravucones



            Ambiente de distensión. Se está charlando, luego de una guitarreada. Los muchachos van guardando las cosas, ordenando las sillas y las mesas. Las señoras van limpiando los restos de migas que quedan. Todo se dispone ya para terminar una velada agradable, llena de música –verdadera– y no de ruido; llena de amistad y no de idiotez muchachista. Pero hete aquí que aparecen los bravucones cantando marchas. ¿Qué tiene que ver? ¿De dónde salió? Levantan la voz, sacan pecho, miran altivamente. Se sacan el gustito de hacerse los duros, pero en nuestra opinión tal cosa es signo de estupidez. Una marcha se canta bien o no se canta. No por cobardía sino por oportunidad. Una canción de guerra también puede ser banalizada. Y no debe ser ella motivo de bravuconería.

            También están los que declaman mucho desde las redes sociales, especialmente Facebook. Tengamos cuidado con ellos: insultar detrás de una computadora no es ser valiente.



18. Falta de fe



–Mirá, estoy de acuerdo, pero no se puede decir. Digámoslo desde el Orden Natural, sin mencionar a la fe, porque ahí la gente se enoja y se va. Y tampoco decirlo tan violento, tan agresivo. Tratemos de proponer, de aportar, de decirlo de modo positivo. No estamos contra nadie, sino siempre a favor de… No lo olvides, hay que ser político, hay que tener cintura política.

Así, Jean Ousset diría que terminaríamos siendo “menos confiados que los materialistas” en“las fuerzas intelectuales y espirituales” que “invocamos sin cesar”. ¿No luchamos acaso por Dios y por la Patria? ¿Qué tenemos que temer? Nuestro autor francés se queja con razón de esta debilidad:



“No intentamos exponer, o hacer prevalecer, o defender, lo que nosotros consideramos como la Verdad; confiando, como los otros, en aquello que puede conseguir la adhesión de las masas, atraer la opinión”. Por el contrario, “Actuamos como si no creyéramos más que en las campañas de prensa, en los carteles de las paredes, en las reuniones brillantes o alborotadas, en las hojas sueltas, en los párrafos de elocuencia, en los slogans, en las consignas”.



Tanto es así que los mismos adversarios advirtieron en su momento que tal actitud en los de nuestro bando involucraba una falta de fe. Leamos a Jaurés, en la tribuna de la Cámara al discutir la “ley de separación” entre Iglesia y Estado.



“¿Nuestros adversarios nos han respondido? (…) ¿Nos han opuesto doctrina a doctrina e ideal a ideal? ¿Han tenido el valor de levantar contra el pensamiento de la Revolución el entero pensamiento católico? ¡No! Lo han eludido. Han disputado sobre detalles de organización. No han afirmado netamente el principio, que es como el alma de la Iglesia…”.



El mismísimo Henry Lefebvre, intelectual marxista, señalaba respecto de sus oponentes:



“Los adversarios del marxismo han tratado a veces de refutar tal o cual punto (…) Raramente atacan el conjunto, es decir, el marxismo como concepción del mundo. ¿Por qué? Sin duda porque lo ignoran”.



Para luego admitir: “¿Dónde se encuentra la concepción del mundo que superaría al marxismo? No se la ve por ninguna parte. Sólo la concepción cristiana del universo tiene una amplitud que le permite oponerse doctrinalmente al marxismo”.



19. Los pragmáticos que equivocan los medios



–Hay que hacer esto. Juntá firmas. Miles, miles, tenemos que ser millones. Así nos van a escuchar, ya van a ver. Difundí esta encuesta. Votá en contra del aborto. Dale, dale. Difundila entre tus contactos. Y no te olvides de hacer circular esta solicitada contra las nuevas leyes injustas. Hacé que la gente de tu edificio firme, que tus familiares firmen. Que firmen todos. Tenemos que ser muchos. Será tal nuestro clamor que nos escucharán. Ya verán eh.



            “Numerosos son, desgraciadamente, los que creen provechoso el recurrir a métodos que, por lo mismo que son eficaces al servicio de la Revolución, continúan sirviendo a esta última, aún cuando se les pretenda emplear contra ella”.



            En efecto, si nosotros creemos en la validez universal de la Verdad, ¿qué agrega quemuchos pocos firmen o no tal o cual declaración? En todo caso, reemplacemos esas 20.000 firmas por 20.000 personas comprometidas. En vez de un votante, un militante.



            “creer que una misma doctrina de la acción puede indiferentemente servir al progreso de la Revolución y a la instauración de un orden social cristiano… prueba que no se distingue entre estas dos operaciones ninguna diferencia esencial. ¡Lo cual es gravísimo!”.



20. Los paranoicos conspiracionistas



            Nos referimos a quienes ven en cualquier hecho un indicio y en todo indicio una prueba categórica de la omnipresencia del enemigo.



–Pase a nuestra sala de conferencias.

–¿Se han fijado si no hay cámaras? Los servicios de Inteligencia actúan así.



            Son los que siempre tienen la sensación de que los están vigilando. ¡Como si fueran tan importantes!



–¿Cree que podríamos vernos mañana a las 16 hs.?

–Habría que tener cuidado, porque nos pueden detectar con el Google Earth.



            Su paranoia les impide actuar, quitándoles libertad y espontaneidad.



21. Vencer sin combatir



La cita de Plotino lo dirá todo:



“Si algunos carecen de armas, son atacados por quienes van bien armados. No le corresponde a Dios combatir en el lugar de quienes no quieren hacer la guerra.

La ley quiere que, en la guerra, uno encuentre su salvación en el valor y no en las plegarias. No se obtienen cosechas rezando, sino ocupándose de la tierra, ni se permanece sano descuidando la salud. No hay que enojarse porque los malvados tengan una cosecha más abundante, ya sea porque son los únicos que se dedican a cultivar la tierra o porque la cultiven mejor (…)

Si los malvados están en el poder, ello se debe a la cobardía de sus súbditos: es lo justo, y lo contrario sería injusto.

Sí, la Providencia divina no debe hacer que nosotros no seamos nada. Si todo fuera Providencia, si sólo hubiese Providencia, ya no tendría nada que hacer, ¿de qué sería entonces Providencia?”.

BLOG EL CENTINELA San Rafael Mendoza


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