martes, 31 de enero de 2017

NEGACIONISMO

Loperfido: "me sacaron de contexto"
De entrada vamos a aclarar algo, no somos negacionistas sino afirmacionistas. Afirmamos de la forma mas tajante que la cifra logotipo de 30.000 desaparecidos -producidos durante la represión de la agresión castrista desatada sobre Argentina durante las décadas del 60 y 70 ejecutada por terroristas argentinos y monitoreada por la Inteligencia de Cuba- es  una patraña absoluta y total. Si, no existió jamas esa disparatada cifra.
Es patrimonio de la más sana doctrina jurídica que quien alega debe probar. La prueba simbólica más palpable de la mentira que representa el Holocausto Argentino, es el mismísimo cenotafio que lo recuerda, con ochomil dudosos nombres y veintidos mil lugares en blanco. Una mentira más de este Sistema de mentiras. La comprobación oficial irrefutable parte del mismo informe oficial salido de las entrañas del sistema. Punto.
También afirmamos que es falso de toda falsedad que hubo un plan sistemático para producir un genocidio y robar niños. Eso sería dar crédito a las afirmaciones disparatadas que quieren hacer creer que la guerrilla no existió, que no hubo una agresión previa a la represión del castrocomunismo alzado en armas y que todo comenzo una mañana de narzo de 1976 cuando un grupo de militares locos tuvo la idea de matar a lo mejor de toda una generación que luchaba por un mundo más justo  para los pobres. Sería dar credito a la propaganda anti histórica y descerebrante que viene produciendo este régimen corrupto. Idiotez absoluta que repite en cadena la canalla periodística y con la cual este sistema se valida y blanquea permanentemente hasta sus actos más viles y descarados
Aunque para nosotros ya está absolutamente terminado, tocamos nuevamente ese tema desde una perspectiva histórica y política, por la histeria que despertó en el Régimen y sus personeros más conspicuos, sus sacerdotes, acólitos y alcahuetes, las declaraciones del funcionario macrista Gómez Centurión, que se agregan a las de otro ex funcionario, el controvertido Loperfido que también contravino el dogma de fe garante de la mentira democrática. Sienten  miedo los beneficiarios  de que se conmueva el imaginario colectivo, que los lugares comunes comiencen a ralear más y más y se comience a vislumbrar la verdad.

No por otra cosa desde el nido sionista de la Secretaría de Derechos Humanos salieron al cruce de las declaraciones de Gomez Centurión diciendo que la cifra de 30.000 desaparecidosera emblemática. A confesión de parte relevo de pruebas
Tocamos este tema nuevamente por que nos debemos a la verdad racional y todo lo que desmienta los mitos basales de este estado de cosas inenarrable que lleva más de tres décadas sodomizando a la Argentina, es una grieta que se agrega y un pequeño paso más para su derrumbe definitivo. El derrumbe de este mito es el derrumbe final del Sistema al que escuda  y proteje y un principio para la liberación de nuestra Patria.
Solo nos mueve eso, no defender golpes de Estado liberales que eran a una institución del Sistema destinada a pasarle el plumero, que según sus autores se hacían por la Patria y que colocaban en los resortes de decisión a funcionarios extrajeros como los que hoy tiene Macri que acababan creando el mismo caos que decían querer evitar y vendían la Nación al Imperialismo.
Pidió disculpas por decir la verdad
No nos mueve la defensa de nadie. Loperfido es un empleado del progresismo cultural de la peor especie, miembro del ruinoso gobierno de de la Rua que enterró la colonial economía menemista y fundió a tantísimos argentinos y a la Argentina misma. Termino diciendo que lo habian sacado de contexto
 Tampoco la defensa de Gómez Centurión, un militar liberal que actuó destacadamente en la Guerra de Malvinas, un incongruente que dice reivindicar esa gesta  y trabaja para un gobierno desmalvinizador y sumiso a los dictados de nuestros enemigos históricos: EEUU y Gran Bretaña. Para peor pidió disculpas.
Tampoco nos importa un bledo lo que ha dicho o dejado de decir sobre el tema en cuestión, la justicia más prevaricadora y venal que hayamos sufrido en toda la historia, aliada y defensora de delincuentes y politicos corrompidos. En última instancia declara la "verdad del expediente" no una sentencia ex cathedra como parecen afirmar los ignaros miembros del progre-periodismo.
Solo nos mueve encender un pequeño fósforo para colaborar en que el "emblema", el mito, caiga definitivamente en llamas.

Guillermo Rojas 

Referencias de Interes :
 http://largentinaposible.blogspot.com.ar/2008/06/el-holocausto-argentino.html
 http://redpatrioticargentina.blogspot.com.ar/2016/03/deciamos-ayer.html




lunes, 30 de enero de 2017

CAPITALISMO Y USURA EN LA PRACTICA

SOLO QUEDA LAMENTAR
Según las cifras del Centro Estratégico para el Crecimiento y Desarrollo Argentino (CECREDA), desde que Mauricio Macri ocupa el Poder Ejecutivo Nacional, la deuda pública aumentó en 72.000 millones de dólares. Pero si se suma el endeudamiento producido por las Lebac que emite el Banco Central, el monto superaría los 90.000 millones de dólares, tal y como alertó el periodista Alfredo Zaiat en noviembre pasado.
“En 2017 continuará el festival de la deuda. Un reporte del agente del mercado financiero Research for traders calculó que por el pago de intereses (9217 millones de dólares), el vencimiento de capital (28.520) y el financiamiento del déficit fiscal previsto en el Presupuesto de 4,2 del PIB (23.052) la emisión de deuda será de por lo menos 60.790 millones de dólares. El saldo en dos años sería entonces de unos 150 mil millones de dólares“, había alertado Zaiat en aquella nota de Página/12.
El decreto 29/2017 ya habilitó al Gobierno Nacional a emitir 20 000 millones de dólares de deuda a ser colocada en instituciones de financiamiento extranjeras.
Además de los montos exorbitantes, el tipo de deuda emitida deja totalmente expuesta a la Argentina ante el accionar de los Fondos Buitre, ya que acepta como tribunales ante cualquier litigio los de la jurisdicción de Nueva York, invoca como árbitro a Gran Bretaña (enemigo histórico de nuestro país) y renuncia a la potestad de alegar su soberanía:

“ARTÍCULO 1° — Facúltase por hasta un monto que no supere la suma de VALOR NOMINAL DÓLARES ESTADOUNIDENSES VEINTE MIL MILLONES (V.N. U$S 20.000.000.000) o su equivalente en otra moneda, al MINISTERIO DE FINANZAS, a través del Órgano Responsable de la Coordinación de los Sistemas de Administración Financiera del Sector Público Nacional, a incluir cláusulas que establezcan la prórroga de jurisdicción a favor de los tribunales estaduales y federales ubicados en la Ciudad de NUEVA YORK —ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA—, y/o de los tribunales ubicados en la Ciudad de LONDRES —REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE—, y que dispongan la renuncia a oponer la defensa de inmunidad soberana, exclusivamente, respecto a reclamos que se pudieran producir en la jurisdicción que se prorrogue y con relación a los acuerdos que se suscriban y a las emisiones de deuda pública que se realicen con cargo al presente decreto, y sujeto a que se incluyan las denominadas “cláusulas de acción colectiva” y cláusula de “pari passu”, de conformidad con las prácticas actuales de los mercados internacionales de capitales”.
El grosero e innecesario endeudamiento así generado deberá por lo tanto ser pagado sin chistar por las próximas generaciones. Macri parece decirle a los bancos internacionales lo mismo que el ex presidente Nicolás Avellaneda: “millones de argentinos economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed, para responder a los compromisos con los mercados extranjeros”.
 http://argentinatoday.org/2017/01/28/macri-ya-endeudo-al-pais-en-us-72-000-millones-a-fines-de-2017-llegaria-a-150-000-millones/

domingo, 29 de enero de 2017

CAPITALISMO y USURA

  Fragmento: "Manifiesto para el quebrantamiento de la servidumbre del interes del dinero"
 
El mammonismo es la grave enfermedad que todo lo alcanza e invade, de la cual padece nuestro actual mundo civilizado y, mas aun, toda la humanidad.  Es una epidemia devastadora, como un veneno corrosivo, que ha hecho presa de todos los pueblos de la tierra.
Por mammonismo ha de entenderse: por una parte, el poder mundial del dinero, la potencia financiera supraestatal reinante por sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos, la así llamada internacional dorada[1] y, por otra parte, una disposición del espíritu que se ha adueñado de amplios círculos populares: el ansia de lucro insaciable, una concepción de la vida orientada exclusivamente a los valores materiales, que ya ha conducido y continuara conduciendo a una alarmante caída de todas las normas morales.  Esta cosmovisión llevada al paroxismo esta corporizada en la plutocracia internacional.
La principal fuente de energía del mammonismo es la que proviene, sin esfuerzo y sin creación de bienes, del interés.  De la idea del préstamo a interés, totalmente inmoral, ha nacido la internacional dorada. La disposición espiritual y ética surgida de la avidez por el interés y la usura de cualquier índole ha tenido como consecuencia una impresionante descomposición y corrupción de la burguesía.
La tesis del préstamo a interés es el invento diabólico del gran capital.  Solo ella posibilita la indolente vida de zángano de una minoría de poderosos del dinero[2], a costa de los pueblos creadores y de su capacidad de trabajo; es ella quien llevado a los contrastes abismales, inconciliables, al odio de clases, del que nace la guerra civil y la lucha fratricida.  El único remedio, el remedio radical para la curación de la humanidad sufriente es:

El quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero

El quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero significa la única posible y definitiva liberación del trabajo productor de las potencias del dinero que dominan secretamente el orbe[3].  El quebrantamiento de la servidumbre del interés significa la restauración de la libre personalidad, la salvación del hombre de la esclavización y también de la fascinación mágica en que su alma fue enredada por el mammonismo. Quien quiera combatir el capitalismo debe quebrar la servidumbre del interés.
¿Por donde debe comenzar el quebrantamiento de la servidumbre del interés?
 
 Por el capital prestamista.
 
¿Por que?
Porque el capital prestamista es tan infinitamente superior frente a todo gran capital industrial, que las grandes potencias del dinero solo pueden ser combatidas eficientemente mediante el quebrantamiento de la servidumbre del interés del capital prestamista. 20:1 es la relación del capital prestamista con respecto al gran capital industrial[4]. Mas de 12.000 millones de intereses para el capital prestamista debe reunir el pueblo alemán anualmente bajo forma de impuestos directos e indirectos, de alquileres y alza del costo de la vida, mientras que hasta en los años de mejor posición del país en la guerra, la suma total de todos los dividendos repartidos por las sociedades anónimas alemanas importo solamente 1.000 millones. Superior a toda posibilidad de cálculo humano es el crecimiento aluvional del capital prestamista por la permanente, ilimitada y fácil influencia de bienes en concepto de interés y de interés de los intereses[5].  ¿Que resultado trae aparejado el quebrantamiento de la servidumbre del interés para el pueblo trabajador de Alemania y para los proletarios de todos los países de la tierra?
El quebrantamiento de la servidumbre del interés nos da la posibilidad de abolir todos los impuestos directos o indirectos. Oídlo, hombres creadores de valores de todos los países, de todos los estados y continentes: todos los recursos estatales que provienen de fuentes directas e indirectas van a parar íntegramente a los bolsillos del gran capital prestamista.  Las rentas de todas las empresas estatales que producen utilidades, como el correo, el telégrafo, el ferrocarril, las minas, los bosques, etc., alcanzan completamente para poder costear todos los necesarios objetivos estatales en las áreas de educación, cultura, justicia, administración publica, previsión social, etc.
De modo que no habrá autentico socialismo ni se obtendrá autentico beneficio alguno para la humanidad mientras los productos de las empresas económico-comunitarias sigan sujetos a tributo frente al gran capital prestamista[6].
Por eso, reclamamos por lo pronto, como ley básica estatal para los pueblos alemanes, y luego como ley fundamental para todos aquellos pueblos hermanos que quieren formar con nosotros una comunidad cultural de naciones, lo siguiente:
1- El empréstito de guerra, así como todas las demás obligaciones del Reich Alemán, así como todas las demás obligaciones de los estados federales alemanes, en especial los empréstitos ferroviarios, además de las obligaciones de todos los entes de administración autónoma deben ser declarados, bajo derogación del tributo de interés, moneda legal al importe nominal, o bien convertidas en haberes bancarios.
2- En todos los demás documentos de interés fijo, títulos hipotecarios, obligaciones industriales, etc., el tributo de interés será reemplazado por la obligación de reembolso; al cabo de 20 a 25 años por lo tanto, según el tipo de interés, el capital prestado habrá sido reembolsado y la deuda cancelada.
3- Todas las deudas inmobiliarias (hipotecas, etc.), serán reembolsadas como hasta ahora, por cuotas conforme a los gravámenes asentados en el registro de la propiedad. El patrimonio de esta manera deshipotecado, en casas y bienes raíces, llega a ser porcentualmente propiedad del estado o del ente de administración autónoma. En esta forma el estado es puesto en situación de fijar y rebajar los alquileres.
4- La totalidad de las finanzas están subordinadas al fisco. De igual manera todos los bancos privados, las cajas de cheques postales, de ahorro y mutualidades de crédito, dependerán del estado[7].
5- Todo crédito real será otorgado solo a través del banco estatal[8]. La facultad de otorgar créditos personales y en mercaderías corresponderá a entidades privadas cuyas concesiones otorgara el estado, quien ejercerá su controlador, determinara las zonas en que las mismas desarrollaran sus actividades y, además, estructurara su régimen de funcionamiento.
6- Los valores de dividendo son cancelados de la misma manera que los documentos de interés fijo en cuotas anuales del 5%, los excedentes de rentas gananciales son saldados en parte como indemnización por capital “arriesgado” (en oposición a los documentos de interés fijo y los de colocación segura) a los accionistas, mientras que el ulterior excedente, en razón del derecho independiente de los trabajadores o bien distribuido socialmente o empleado para la reducción de los precios de los productos.
7- A todas las personas que posean acciones y que por razones de salud (edad avanzada, enfermedad, incapacidad para el trabajo manual o intelectual, etc.) No estén en condiciones de ganarse el sustento, se le continuaran pagando los montos de los intereses vigentes a la fecha o como incluso les serán incrementados de acuerdo al nivel de vida en carácter de haberes vitalicios contra entrega de los títulos.
8- Con la finalidad de reducir la inflación existente por medios legales de pago, se realizara una confiscación general de bienes en forma gradual en títulos del empréstito de guerra u otros títulos de deuda del Reich o de los estados. Estos documentos pasaran a ser maculatura.
9- Mediante una intensa campaña de esclarecimiento se pondrá en evidencia al pueblo que el dinero no es ni debe ser otra cosa sino un bono por trabajo efectuado; que toda economía altamente desarrollada necesita del dinero como medio de intercambio, pero que con esto queda cumplida la función del dinero, y que de ninguna manera le debe ser conferido al dinero, mediante el interés, un poder sobrenatural de crecer por si mismo a costa del trabajo productivo.
¿Por que todo esto, que es tan natural y lógico que debe calificarse de huevo de Colón para la cuestión social, hasta ahora no lo hemos alcanzado?  Porque en nuestra ceguera mammonistica no hemos visto que el concepto de la santidad del interés es un colosal auto-engaño, que el evangelio del préstamo a interés, fuera del cual no hay salvación, ha atrapado todo nuestro pensar en las redes áureas de la plutocracia internacional. Porque hemos olvidado y deliberadamente somos mantenidos por los omnipotentes poderes del dinero en la ignorancia de que, con excepción de unos pocos potentados, el interés presuntamente tan hermoso y tan apreciado por los irreflexivos es consumido llanamente por los impuestos. Toda nuestra legislación impositiva es y seguirá siendo, mientras no logremos la liberación de la servidumbre del interés, solo una obligación tributaria frente al gran capital y no, como a veces nos lo imaginamos, un sacrificio voluntario para la realización de los servicios comunitarios[9].  De ahí que la liberación del la servidumbre del interés del dinero es la consigna clave para la revolución mundial, para la liberación del trabajo productivo de las cadenas de las potencias del dinero supraestatales.
 
 Gottfried Feder
 

sábado, 21 de enero de 2017

CAPITALISMO

Las "crisis", ya se ha explicado hasta el cansancio que son trucos de la usura bancaria .
Una crisis provoca PARO.
Aumenta el paro y todo el mundo tiene menos posibilidades de conseguir un trabajo.
Los que nunca pierden, los que nunca serán pobres, ahora pueden ofrecerte un trabajo a la mitad de lo que te lo ofrecían antes, y todo el mundo se lanzará sobre él, y hasta pisoteará sin clemencia a varios candidatos para llegar primero.
Nadie cuestionará la forma en que es reducido progresiva y masivamente a la pobreza y a la esclavitud porque se le enseña que "la vida es competencia" y si él no llega, el problema es suyo.
Esos mismos que nunca pierden, te alimentarán con basura y lo festejarás "porque es mas barato".
Los mismos, te ofrecerán "diversión barata" -televisión, alcohol, cultura basura- que es la única forma de soportar la presión social, olvidando que has sido reducido a una pieza de maquinaria, mantenida con el mínimo costo para que rinda mas.
Dentro de esa maquinaria nadie puede realmente Ser lo que Es. 
"Tiempo libre" se llama al pequeño margen que tienen las piezas de máquina para no desgastarse y conservar su utilidad. En el mejor de los casos, alguna de esas piezas llega a hacerse en ese pequeño tiempo, algunas preguntas: ¿Quién soy, qué estoy haciendo?
Tal como están las cosas, para hacer verdaderamente psicología, para responder esas preguntas, hoy día habría que empezar por leer a Gotfried Feder.

Vease:https://editorialkamerad.files.wordpress.com/2013/07/manifiesto-contra-la-usura-y-la-servidumbre-del-interc3a9s-del-dinero3.pdf

viernes, 20 de enero de 2017

EL SENTIDO DEL NACIONALISMO

Por: Oria Sima

 Toda doctrina política que reconoce la primacía de la nación en la organización del Estado es una doctrina nacionalista, a pesar de que no se afirme de modo expreso este principio.
Los más intransigentes nacionalistas del mundo son los judíos Pero nunca se verá a este pueblo poner de manifiesto una profesión de fe nacionalista. Solamente después de haber fundado un Estado nacional se ha podido comprobar cuán sincera era su actitud: el nacionalismo sionista ha rebasado en intensidad a todos los demás nacionalismos. Frisa en el exceso, adoptando como base del nuevo Estado la idea del exclusivismo racial. La doctrina hitleriana, condenada en todo el mundo, ha resucitado en el Estado de Israel.
El nacionalsindicalismo y el nacionalismo de los legionarios rumanos se mantienen dentro de los límites del buen sentido. Ni en José Antonio ni en Corneliu Codreanu descubriréis estallidos de odio racial ni tendencias imperialistas. El chauvinismo y el imperialismo son sucedáneos degenerados del nacionalismo. José Antonio habla a sus contemporáneos de »la vocación imperial de España», pero subraya al mismo tiempo que con este lema él entiende una empresa de orden espiritual, una competencia con otras naciones en el campo espiritual y cultural . Corneliu Codreanu habla también de una misión rumana en el mundo, pero, igual que José Antonio, pone el acento sobre las realizaciones del espíritu. Las naciones, dice, no deben comportarse, en relación con otras naciones, según el instinto animal, según la ley de los brutos o de las fieras del bosque. La principal misión de un pueblo en la Historia es la creación cultural. Él sitúa la cultura por encima de la Historia: «Una nación vive en la eternidad por sus conceptos, su honor y su cultura». La historia de un pueblo no se justifica más que en la medida en que crea un ambiente favorable a su expansión espiritual y cultural.
El patriotismo no es una manera de pensar, subraya José Antonio. Es «una manera de ser». Nadie nos enseña a ser rumano, español, francés, alemán. Uno lo es. El sentido de la Patria no es un invento de nuestros tiempos. No es una adquisición reciente del espíritu. Bajo una forma latente y primitiva ha existido desde que existe la Historia. En la época moderna ha crecido solamente su auditorio. En el pasado sólo una reducida parte de un pueblo era consciente de las verdades nacionales. Hoy día las masas populares se han convertido en portadoras de esta creencia.
Existe también una especie de nacionalismo telúrico, primitivo, una forma elemental de patriotismo, el cual, si no evoluciona, si no gana altitud histórica, daña a la nación, puesto que reduce la Patria a un complejo de sensaciones físicas. Vibra con una extraordinaria intensidad a todas las exhalaciones de la tierra nativa: el pueblecito en que hemos nacido, el lenguaje local, las antiguas melodías, el susurro de los ríos, los paisajes de las montañas. Este tipo de patriotismo, que José Antonio, al caracterizarlo, dice que tiene algo de sensual, que es de calidad vegetativa, cierra el horizonte de los hombres para las grandes verdades nacionales. Ata a los hombres a los límites del mundo en que han nacido, impidiendo ver su verdadera Patria, que es «el país del espíritu nacional» (Codreanu), «depositaria de los valores eternos» (José Antonio).
El patriotismo de solo tipo afectivo-regional retrasa el proceso de unificación de una nación. Los principados rumanos de Valaquia y Moldavia lucharon entre sí siglos, como si se hubiera tratado de dos pueblos distintos. Sólo en el siglo XVIII los habitantes de los dos principados han comenzado a darse cuenta de que pertenecen a la misma nación. La unidad nacional se ha realizado en la medida en que los fragmentos del pueblo rumano han llegado a la consciencia de su unidad de destino, superando el nacionalismo local.
El nacionalismo local, telúrico, vegetativo, en libertad para desarrollarse al azar, se convierte en un factor de disgregación nacional en épocas de decadencia histórica. A este tipo de nacionalismo de una especie inferior, José Antonio le opone «el nacionalismo misional», «el nacionalismo de la nación», entendidos como unidad de destino en lo universal . El papel de este «nuevo nacionalismo» es el de unificar las diversas regiones en una síntesis trascendente e indivisible. Él no ve inconveniente alguno en que las distintas regiones conserven su individualidad, pero con la condición de que sean conscientes de su pertenencia a la Patria común

Fragmento de "Dos Movimientos Nacionales"

martes, 17 de enero de 2017

"SEDUCIENDO" CAPITALES

Los seductores de Mauri

 A través del decreto 29/2017 publicado hoy en el Boletín Oficial, el Gobierno autorizó la emisión de deuda por hasta 20 mil millones de dólares y estableció jurisdicciones a favor de los tribunales estaduales y federales de Nueva York y Londres, renunciando a “oponer la defensa de inmunidad soberana”.

El decreto lleva las firmas del presidente Mauricio Macri, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el flamante ministro de Finanzas, Luis Caputo. El texto señala también las excepciones a la “renuncia de la inmunidad soberana” e indica que las colocaciones que se hagan por hasta 20.000 millones de dólares quedarán sujetan a las cláusulas “de acción colectiva” y “pari passu”.

El decreto autoriza a incluir en las emisiones que se efectuarán “cláusulas para la prórroga de jurisdicciones a favor de tribunales estaduales y federales de Nueva York y Londres” y dispone “la renuncia a oponer la defensa de inmunidad soberana, exclusivamente respecto a reclamos que se pudieran producir en la jurisdicción que se prorrogue y con relación a los acuerdos que se suscriban y a las emisiones de deuda pública que se realicen con cargo al presente decreto”.

En tanto, confiere importantes facultades a la cartera de Caputo. Deja en manos del Ministerio de Finanzas “determinar épocas, plazos, métodos y procedimientos de la emisión”, así como también a “designar instituciones financieras para la colocación” y a suscribir acuerdos con bancos colocadores, “previendo el pago de las comisiones”, con agentes fiduciarios, de pago, de información, de custodia y de registración, y con agencias calificadoras de riesgo.

La norma aclara asimismo que “la renuncia a la inmunidad soberana” no implica “renuncia a oponer defensa sobre ejecución” de Reservas del Banco Central, de cualquier bien localizado en la Argentina o que esté dentro de su territorio y preste un servicio público esencial, o los alcanzados por privilegios e inmunidad diplomática. También quedan excluidos “efectivo, depósitos bancarios, valores, obligaciones de terceros o cualquier otro medio de pago de la Argentina, sus agencias gubernamentales y otras entidades gubernamentales relacionadas con la ejecución del presupuesto”.

Además, se excluyen de la posibilidad de embargo por falta de pago de las obligaciones contraídas los bienes utilizados por misiones diplomáticas, consulares y gubernamentales, los de carácter militar o de agencias de Defensa, los que representen la “herencia cultural” de la Argentina y otros bienes protegidos por “cualquier ley de inmunidad soberana que resulte aplicable”.


http://www.politicargentina.com/notas/201701/18824-el-gobierno-autoriza-emitir-deuda-por-us20-mil-millones-y-renuncia-a-la-inmunidad-soberana-ante-eeuu-y-reino-unido.html

lunes, 9 de enero de 2017

EL FASCISMO NACE A LA IZQUIERDA

Reseña del libro “El nacimiento de la ideología fascista” de Zeev Sternhell, Mario Sznajder y Maia Asheri; (traducción de Octavi Pellisa). – 1ª ed. – Madrid : Siglo XXI, 1994, 418 p.
Que Mussolini fue miembro del partido socialista es un hecho conocido. Hecho problemático, en especial para una de las interpretaciones dominantes del fascismo; a saber, que éste fue la reacción alentada o dirigida por el gran capital contra el avance del proletariado. En tal evento, aquel hecho y la evolución consecutiva debían ser entendidos como oportunismo, incoherencia o, en el mejor de los casos, como una cuestión de conversión que no deja huellas en el pasado de un hombre. La obra de Zeev Sternhell -profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalem- y sus colaboradores ha puesto toda esta materia bajo otra luz. En su interpretación, la comprensión histórica del fascismo no puede disociarse esta ideología de sus orígenes de izquierda.
Desde luego, toda una pléyade de historiadores y filósofos abordó hace ya tiempo el problema del fascismo: cada uno según sus particulares orientaciones espirituales, con sus propios puntos de vista y sus personales prejuicios, pero no sin altura: Ernst NolteRenzo de FeliceJames A. GregorStanley PayneGiorgio Locchi, y “last but not least”, el joven investigador hispano-sueco Erik Norling, entre otros. No es que la “vulgaris opinio” aludida arriba goce hoy de autoridad intelectual. Pero Sternhell viene a aportar la valorización de fuentes hasta aquí tal vez descuidadas y, con ellas, la novedosa interpretación que es objeto de este comentario. Estudioso en particular del nacionalismo francés (suyas son “Maurice Barrés et le nationalisme français”, “La droite revolutionarie” y “Ni droite ni gauche, L´ideologie fasciste en France”), el profesor israelí no se cuida de los criterios de la corrección política. Es notable leer sobre el tema páginas en las que está ausente la edificación moral, en las que no se ha estimado oportuno advertir al lector que se interna en terrenos peligrosos; en los que no hay,en suma, demonización ni tampoco el afán de achacar polémicamente a la izquierda una incómoda vecindad.
¿Qué es, pues, el fascismo en la interpretación de Sternhell? Ni anomalía en la historia contemporánea, ni “infección” (Croce), ni resultado de la crisis de 1914-1918, ni reflejo o reacción contra el marxismo (Nolte). El fascismo es un fenómeno político y cultural que goza de plena autonomía intelectual (p.19); es decir, que puede ser estudiado en sí mismo, no como producto de otra cosa o epifenómeno. Por cierto, y de partida, para Sternhell es preciso distinguir el fascismo del nacional-socialismo (Sternhell dice “nazismo”, acomodándose al uso, contra lo cual, sin embargo, se rebela honestamente un Nolte). Con todos los aspectos que uno y otro tienen en común, la piedra de toque está en el determinismo biológico: un marxista puede convertirse al nacional-socialismo, más no así un judío (en cambio, hubo fascistas judíos). El racismo no es elemento esencial del fascismo, aunque contribuye a la ideología fascista. Y unas páginas más adelante el autor apunta que uno de los elementos constitutivos del fascismo es el nacionalismo tribal; esto es, un nacionalismo basado en el sentido de pertenencia, la “tierra y los muertos” de Barrés, la “Sangre y suelo” del nacional-socialismo. Este sentido organicista lo comparte con los nacionalismos desde finales del siglo XIX, germanos y latinos, Maurras y CorradiniVacher de Lapouge Treitschke. El mismo Sternhell debilita así la distinción que acaba de hacer (reparemos, de paso, en la delicadeza del adjetivo “tribal”: ¿sería poco oportuno por nuestra parte recordar que una traducción de “tribal” es “gentil”)
El fascismo entonces es una síntesis de ese nacionalismo “tribal” u “orgánico” y de una revisión antimarxista del marxismo. Sternhell se extiende explicando que a finales del siglo XIX las previsiones de Marx no se han cumplido: el capitalismo no parece derrumbarse, ni la pauperización es la señal característica de la población, mientras que el proletariado se integra política y culturalmente en las sociedades capitalistas occidentales. De aquí la aparición del “revisionismo”. Siguiendo el ejemplo del SPD, el partido socialdemócrata alemán, el conjunto del socialismo occidental se hace reformista; esto es, sin renunciar a los principios teóricos del marxismo, acepta los valores del liberalismo político, y en consecuencia, tácticamente, el orden establecido. Mas una minoría de marxistas va a rehusar el compromiso y querrá permanecer fiel a la ortodoxia -cada uno a su modo-; son los Rudolf Hilferding y los Otto Bauer, los Rosa Luxemburgo y los Karl Liebknecht, los Lenin y los Trotsky, todos de Europa del Este. Al mismo tiempo, en Francia y luego en Italia surgen quienes, desde dentro del marxismo, van a emprender su revisión en sentido no materialista ni racionalista, sin discutir la propiedad privada ni la economía de mercado, pero conservando el objetivo del derrocamiento violento del orden burgués: son los sorelianos, los discípulos de Georges Sorel, el teórico del sindicalismo revolucionario, autor de las célebres “Reflexiones sobre la violencia”. Las diferencias entre los dos sectores revolucionarios son grandes. Los primeros, casi todos miembros de la “intelligentsia” judía, destaca Sternhell, mantienen el determinismo económico de Marx, la idea de la necesidad histórica, el racionalismo y el materialismo, mientras los sorelianos comienzan por una crítica de la economía marxiana que llega a vaciar el marxismo de gran parte de su contenido, reduciéndolo fundamentalmente a una teoría de la acción  Los primeros piensan en términos de una revolución internacional, “tienen horror de ese nacionalismo tribal que florece a través de Europa, tanto en el campo subdesarrollado del Este como en los grandes centros industriales del Oeste… No se arrodillan jamás ante la colectividad nacional y su terruño, su fervor religioso, sus tradiciones, su cultura popular, sus cementerios, sus mitos, sus glorias y sus animosidades” (p. 48). Los segundos, comprobando que el proletariado ya no es una fuerza revolucionaria, lo reemplazarán por la Nación como mito en la lucha contra la decadencia burguesa y así confluirán finalmente en el movimiento nacionalista.
Tal es la tesis fundamental de Sternhell. En el desarrollo de “El nacimiento de la ideología fascista”, el capítulo I está dedicado al análisis de la obra de Sorel: tal vez no propiamente un filósofo ni autor de un corpus ideológico cerrado, su verdadera originalidad, señala Sternhell, reside en haber constituido una especie de “lago viviente”, receptor y fuente de ideas en la gestación de las nuevas síntesis ideológicas del siglo XX. NietzscheBergson y William James lo marcaron sin duda más hondamente que Marx, con ánimo de juzgar lo que consideraba un sistema inacabado. El autor de “Reflexiones sobre la violencia”, de “Las ilusiones del progreso”, de “Materiales de una teoría del proletariado”, etc., se sublevaba contra el marxismo vulgar (que pone énfasis en el determinismo económico) y sostenía que el socialismo era una “cuestión moral”, en el sentido de una “transvaluación de todos los valores”. La lucha de clases era para él cuestión principal y, por consiguiente, el saber movilizar al proletariado en la guerra contra el orden burgués.
En un contexto social en el que los obreros muestran un alto grado de militantismo sindical (1906, el año de edición de “Reflexiones sobre la violencia”, es también en Francia el del record de huelgas que muy a menudo suponen enfrentamientos sangrientos con las fuerzas del orden), pero también donde una economía en crecimiento permite a la clase dirigente hacer concesiones que aminoran la combatividad obrera, no bastan el análisis económico ni la previsión del curso racional de los acontecimientos.  Sorel descubre entonces la noción del “mito social”, esa imagen que pone en juego sentimientos e instintos colectivos, capaz de suscitar energías siempre nuevas en una lucha cuyos resultados no llegan a divisarse. Como el mito del apocalipsis para los primeros cristianos, el mito de la huelga general revolucionaria será para el proletariado esta imagen movilizadora y fuente de energías.. Con fervor análogo al de las órdenes religiosas del pasado, con un sentimiento parecido al del amor a la gloria de los ejércitos napoleónicos, los sindicatos revolucionarios, armados del mito, se lanzarán a la lucha contra el orden burgués. Así, a la mentalidad racionalista, que el socialismo reformista comparte con la burguesía liberal, Sorel opone la mentalidad mítica, religiosa incluso. Su crítica al racionalismo que se remonta a Descartes y Sócrates y, contra los valores democráticos y pacifistas, reivindica los valores guerreros y heroicos. De buena gana reivindica también el pesimismo de los griegos y de los primeros cristianos, porque sólo el pesimismo suscita las grandes fuerzas históricas, las grandes virtudes humanas: heroísmo, ascetismo, espíritu de sacrificio.
Sorel ve en la violencia un valor moral, un medio de regenerar la civilización, ya que la lucha, la guerra por causas altruistas, permite al hombre alcanzar lo sublime. La violencia no es la brutalidad ni la ferocidad, no es el terrorismo; Sorel no siente ningún respeto por la Revolución Francesa y sus “proveedores de guillotinas”. Es, en suma y en el fondo, contra la decadencia de la civilización que dirige Sorel su combate; decadencia en la que la burguesía arrastra tras sí al proletariado. Y no será sorprendente encontrar a los discípulos de Sorel reunidos con los nacionalistas de Charles Maurras en el “Círculo Proudhon”, que lleva el nombre del gran socialista francés anterior a Marx. Tampoco será extraño que en sus últimos años Sorel lance su alegato “Pro Lenin”, anhelando ver la humillación de las “democracias burguesas”, al mismo tiempo que reconocía que los fascistas italianos invocaban sus propias ideas sobre la violencia.
LA SÍNTESIS NACIONAL Y SOCIAL

Estos discípulos son también estudiados por Sternhell (capítulo II). Son los “revisionistas revolucionarios”, la “nouvelle école” que ha intentado hacer operativa una síntesis nacional y social, no sin tropiezos y desengaños. Allí está Edouard Berth, quien junto a Georges Valois, militante maurrasiano (futuro fundador del primer movimiento fascista francés, muerto en un campo de concentración alemán), ha dado vida al “Círculo Proudhon”, órgano de colaboración de sindicalistas revolucionarios y nacionalistas radicales en los años previos a 1914. Aventada esa experiencia por la guerra europea, Berth pasará por el comunismo antes de volver al sorelismo. Está también Hubert Lagardelle, editor de la revista “Mouvement Socialiste”, hombre de lucha al interior del partido socialista, donde se ha esforzado por hacer triunfar las tesis del sindicalismo revolucionario (por el contrario, en 1902 han triunfado las tesis de Jaurés, que presentan el socialismo como complemento de la Declaración de Derechos del Hombre). Ante la colaboración sorelista-nacionalista, Lagardelle se repliega hacia posiciones más convencionales; pero en la postguerra se le encontrará en la redacción de “Plans”, expresión de cierto fascismo “técnico” y vanguardista -en ella colaborarán nada menos que Marinetti y Le Corbusier- y, durante la guerra, terminará su carrera como titular del ministerio de trabajo del régimen de Vichy. Trayectorias en apariencia confusas pero que revelan la sincera búsqueda de “lo nuevo”. De Alemania les viene el refuerzo del socialista Roberto Michels, quien, a la espera de construir su obra maestra “Los partidos políticos”, anuncia el fracaso del SPD, el partido de EngelsKautskyBernstein y Rosa LuxemburgMichels observará también que el solo egoísmo económico de clase no basta para alcanzar fines revolucionarios; de aquí la discusión sobre si el socialismo puede ser independiente del proletariado. El ideal sindical no implica forzosamente la abdicación nacional, ni el ideal nacionalista comporta necesariamente un programa de paz social (juzgado conformista), precisa a su vez Berth, quien espera de un despertar conjunto de los sentimientos guerreros y revolucionarios, nacionales y obreros, el fin del “reinado del oro”. En fin, la “nueva escuela” desarrolla las ideas de Sorel, por ejemplo en la fundamental distinción entre capitalismo industrial y capitalismo financiero. Resume Sternhell su aporte: “…a esta revuelta nacional y social contra el orden democrático y liberal que estalla en Francia (antes de 1914, recordemos) no falta ninguno de los atributos clásicos del fascismo más extremo, ni siquiera el antisemitismo” (p. 231).. Ni la concepción de un Estado autoritario y guerrero.
Sin embargo, en general, los revisionistas revolucionarios franceses fueron teóricos, sin experiencia real de los movimientos de masas. De otro modo ocurre con el sindicalismo revolucionario en Italia (capítulos III y IV de la obra de Sternhell). Allí Arturo Labriola encabeza desde 1902 el ala radical del partido socialista; con Enrico Leone y Paolo Orano llevan adelante la lucha contra el reformismo, al que acusan de apoyarse exclusivamente en los obreros industriales del norte, en desmedo del sur campesino, y por el triunfo de su tesis de que la revolución socialista sólo sería posible por medio de sindicatos de combate. De Sorel toman esencialmente el imperativo ético y el mito de la huelga general revolucionaria. La experiencia de la huelga general de 1904, de las huelgas campesinas de 1907 y 1908, foguean a los dirigentes sindicalistas revolucionarios, entre los cuales la nueva generación de Michele BianchiAlceste de AmbrisFilippo Corridoni. Al margen del partido socialista y de su central sindical, la CGL -anclados en las posiciones reformistas-, los radicales forman la USI (Unión Sindical Italiana), que llegará a contar con 100.000 miembros en 1913.
A su vez, los sindicalistas revolucionarios animan periódicos y revistas. Labriola y Leone emprenden la revisión de la teoría económica marxiana, especialmente la teoría del valor, siguiendo al economicista austríaco Böhm-Bawerk; he ahí, dice Sznajder, el aspecto más original de la contribución italiana a la teoría del sindicalismo revolucionario. Ahí se encuentra también la noción de “productores” (potencialmente todos los productores), contrapuesta a la clase “parasitaria” de los que no contribuyen al proceso de producción. Por fin la tradición antimilitarista e internacionalista, cara a toda la izquierda europea, no será más unánimemente compartida por los sindicatos revolucionarios. En 1911, la guerra de Italia con el Imperio Otomano por la posesión de Libia producirá una crisis en el sindicalismo revolucionario: unos dirigentes (LeoneDe AmbrisCorridoni), fieles a la tradición socialista, se oponen enérgicamente a esta empresa -y por mucho que les disguste estar junto a los socialistas reformistas-; otros (LabriolaOlivettiOrano) están por la guerra, tanto por razones morales (la guerra es una escuela de heroísmo) como por razones económicas (la nueva colonia contribuirá a la elevación del proletariado italiano), y así coinciden con los nacionalistas de Enrico Corradini, a quienes los ha acercado ya la crítica al liberalismo político. Mas en agosto de 1914 aun quienes -en el seno del sindicalismo revolucionario- habían militado en contra de la guerra de Libia, están a favor de la intervención en el conflicto europeo al lado de Francia y contra Alemania y Austria; al combate contra el feudalismo y el militarismo alemán se agrega la posibilidad de completar gracias a la guerra la integración nacional y de forjar una nueva élite proletaria que desplazará del poder a la burguesía. En octubre de 1914, un manifiesto del recién fundado Fascio Revolucionario de Acción Internacionalista, suscrito por los principales dirigentes sindicalistas revolucionarios, proclama: “…No es posible ir más allá de los límites de las revoluciones nacionales sin pasar primero por la etapa de la revolución nacional misma… Allí donde cada pueblo no vive en el cuadro de sus propias fronteras, formadas por la lengua y la raza, allí donde la cuestión nacional no ha sido resuelta, el clima histórico necesario al desarrollo normal del movimiento de clase no puede existir…” Nación, Guerra y Revolución... ya no serán más ideas contradictorias

Hacia el final de la guerra el sindicalismo revolucionario debe ser considerado ya un nacional-sindicalismo, en cuanto la Nación figura para ellos en primer término. Como sea, los nacional-sindicalistas aceptan que la guerra ha de traer transformaciones internas: desde 1917 De Ambris ha lanzado la consigna “Tierra de los Campesinos”; y acto seguido elabora un programa de “expropiación parcial” tanto en el sector agrícola como en el sector industrial, que se dirige ex propósito contra el capital especulativo y en beneficio de los campesinos y obreros que han dado su sangre por Italia. Se trata también de mantener y estimular la producción. El “productivismo” es uno de los factores que lleva a los sindicalistas revolucionarios a oponerse a la revolución bolchevique, que juzgan destructiva y caótica. Frente a la ocupación de fábricas del “biennio rosso” de 1920-21, Labriola, que ha llegado a ser Ministro de Trabajo en el gobierno del liberal Giolitti, presenta un proyecto que reconoce a los obreros el derecho a participar en la gestión de las empresas. Parlamento con representación corporativa, “clases orgánicas” que encuadren a la población, un Estado que sea quien asigne a los propietarios capaces de producir el derecho a usar los medios de producción, son, por otra parte, las bases del programa del “sindicalismo integral” que propone Panunzio en 1919. Por fin, el sindicalismo revolucionario vibra con la aventura del comandante Gabriele D´Annunzio en Fiume (1920-21). De Ambris participa en la redacción de la “Carta del Carnaro”, ese fascinante documento literario que es la constitución que el poeta y héroe de guerra otorga a la “Regencia de Fiume”. No es menos un proyecto político que, en consecuencia con el ideal del sindicalismo revolucionario, quiere resolver a la vez la cuestión nacional y la cuestión social.
En estas luchas de la inmediata posguerra, los sindicalistas revolucionarios han coincidido con los fascistas. Pero la toma del poder por el fascismo acarreará la disolución del sindicalismo revolucionario. De Ambris y su grupo pasarán a la oposición; el primero terminará por exiliarse. Labriola también partirá hacia el exilio, y sólo la guerra de Etiopía lo reconciliará con el régimen. Leone volverá al partido socialista y rehusará todo compromiso con el fascismo. En cambio, Bianchi aparece en 1922 como uno de los quadrumviri que organiza la Marcha sobre Roma, Panunzio se presenta junto a Gentile como uno de los intelectuales oficiales del fascismo, Orano (que era judío), alcanza altos puestos en el partido fascista, mientras que Michels, antaño miembro del SPD, profesor en la Universidad de Perusa, se inscribe como afiliado en el PNF.
LA ENCRUCIJADA MUSSOLINIANA

Señala Sternhell que siempre se ha tendido a subestimar el papel central que Mussolini ha jugado entre todos los revolucionarios italianos. El futuro Duce “aporta a la disidencia izquierdista y nacionalista italiana lo que siempre ha faltado a sus homólogos franceses: un jefe”. Un hombre de acción, un líder carismático, pero a su vez un intelectual capaz de tratar con intelectuales y de ganarse el respeto de hombres como Marinetti, el fundador del futurismo, Michels, el antiguo militante del SPD alemán devenido uno de los clásicos de la ciencia política, o aun Croce, representante oficioso de la cultura italiana frente al fascismo. Y Mussolini es toda una evolución intelectual, no el hallazgo repentino de una verdad, ni el oportunismo, ni siquiera la coyuntura de postguerra. Mussolini es ante todo el militante socialista, incluso como líder de los fascistas. De joven se tiene evidentemente por marxista, de un marxismo revisado por Leone y, sobre todo, por Sorel, en quien ve un antídoto contra la perversión socialdemócrata a la alemana del socialismo. Otra influencia decisiva es Wilfredo Pareto y su teoría de circulación de las élites (en cambio, Sternhell no destaca la influencia de Nietzsche, a quien Mussolini ha leído tempranamente en Suiza).. El joven socialista se sitúa pues en la órbita del sindicalismo revolucionario, aun cuando discrepa de las tácticas: duda de la virtud de las solas organizaciones económicas y ve en el Partido el instrumento revolucionario.
El joven Mussolini es el líder indiscutible que se opone a la huelga general contra la intervención en Libia, pues cree que el intento burgués de desencadenar una guerra puede generar una situación revolucionaria. En 1912 es el principal líder del partido socialista, imponiéndose sobre los reformistas y haciéndose con la dirección de su periódico oficial, “Avanti!”, el líder indiscutido de toda la izquierda revolucionaria italiana, pero al mismo tiempo el más fuerte crítico de la ortodoxia marxista. Mussolini publica desde las páginas de Avanti!” su profunda decepción acerca de la aptitud de la clase obrera para “modelar la historia”, valoriza la idea de Nación: “No hay un único evangelio socialista, al cual todas las naciones deban conformarse so pena de excomunión”. A finales de 1913 Mussolini lanza la revista “Utopia”, con la intención de proponer una “revisión revolucionaria del socialismo”. Allí reúne a futuros comunistas como BordigaTasca y Liebknecht; futuros fascistas como Panunzio, futuros disidentes del fascismo como su viejo maestro Labriola. En junio de 1914 Mussolini cree llegado el momento de la insurrección, comprometiéndose en la “Settimana Rossa”, en contra de la opinión del congreso del partido. Cuando estalla la guerra europea, las disidencias son ya tan palpables que Mussolini es desautorizado oficialmente por el partido, y no duda en romper con sus antiguos compañeros para unirse a los sindicalistas revolucionarios en la campaña por la entrada de Italia en la guerra.
Sternhell señala que el nacionalismo de Mussolini no es el nacionalismo clásico de la derecha.. Ocurre que ante las nuevas realidades nacionales y sociales el análisis marxista se ha demostrado fallido, pues las clases obreras de Alemania, Francia e Inglaterra marchan alegremente a la guerra. Mussolini no renuncia al socialismo, pero el suyo es un socialismo nacionalista, obra de los combatientes del frente: “Los millones de trabajadores que volverán a los surcos de los campos después de haber vivido en los campos de las trincheras darán lugar a la síntesis de la antítesis clase y nación”, escribe en 1917. Y no será la revolución bolchevique lo que lleve a Mussolini a la derecha, dado que lo esencial de su pensamiento se forjó antes de 1917: ideas de jerarquía, de disciplina, de colaboración de las clases como condición de la producción… Los Fasci Italiani di Combattimento, fundados en marzo de 1919 recogen todas las ideas del sindicalismo revolucionario y se sitúan incluso a la izquierda del partido socialista (sufragio universal de ambos sexos, abolición del senado, constitución de una Milicia Nacional, consejos corporativos con funciones legislativas, jornada laboral de 8 horas, confiscación de las ganancias de guerra… ). Pero con el biennio rosso las filas fascistas se desbordan con la afluencia de las clases medias, especialmente de jóvenes oficiales desmovilizados. El Partido Nacional Fascista, organizado como tal en 1921, va a conocer un éxito (electoral incluso) vetado a los primitivos “Fasci”: “Esta mutación no deja de recordarnos la de los partidos socialistas al alba del siglo: el viraje a la derecha constituye el precio habitual del éxito” (p.400). Mussolini, hombre de realidades que antepone la praxis a la teoría, ha visto fracasar la ocupación “roja” de fábricas como la gesta nacionalista de Fiume, decide llevar a cabo la revolución posible. Así, en la perspectiva de Sternhell, la captura del poder por el jefe fascista no es tanto el resultado de un golpe de Estado como de un proceso; es la simpatía de una amplia parte de la masa política, de los medios intelectuales, de los centros de poder, lo que permite a Mussolini instalarse y sostenerse en el gobierno. Para Sternhell es sintomática la actitud del senador Croce quien aun en junio de 1924 dio su voto de confianza al primer ministro cuando el caso Mateotti puso en crisis al gobierno y Mussolini estaba a punto de ser despedido por el rey, porque, pensaba Croce, “había que dar tiempo al fascismo para completar su evolución hacia la normalización”.
La idea de Estado, que parece ser sólo característica del fascismo, es, sin embargo, el último elemento que toma forma en la ideología fascista. En todo caso señala Sternhell que toda la ideología fascista estaba elaborada antes de la toma del poder: “La acción política de Mussolini no es el resultado de un pragmatismo grosero o de un oportunismo vulgar más de lo que fue la de Lenin” (p.410). El jurista Alfredo Rocco, proveniente de las filas nacionalistas, ha “codificado” y traducido en leyes e instituciones los principios fascistas y nacionalistas (visión mística y orgánica de la nación, afirmación de la primacía de la colectividad sobre el individuo, rechazo total sin paliativos de la democracia liberal). Pero es un Estado que, a la vez, se quiere reducido a su sola expresión jurídica y política; que quiere renunciar a toda forma de gestión económica o de estatalización, como anunciaba Mussolini desde 1921. No es, pues, o no es todavía, el Estado totalitario. El fascismo en el poder, en suma, no se asemeja al fascismo de 1919, menos aún al sindicalismo revolucionario de 1910. Pero, se pregunta Sternhell: “¿el bolchevismo en el poder refleja exactamente las ideas que, diez años antes de la toma del Palacio de Invierno, animaban a PlekhanovTrotsky o Lenin?” Ha habido una larga evolución, sin duda. Y con todo -concluye el autor-, el régimen mussoliniano de los años 30 está mucho más cerca del sindicalismo revolucionario o del “Círculo Proudhon” que lo que el régimen estaliniano está de los fundamentos del marxismo.
EL SECRETO ENCANTO DEL FASCISMO

Como conclusión, Sternhell da una mirada a las relaciones entre el fascismo y las corrientes estéticas de vanguardia en el siglo XX. El futurismo, desde luego (futuristas y fascistas han dado justos la batalla por el “intervencionismo”, y Marinetti es uno de los fundadores de los Fasci), pero también el vorticismo, lanzado en Londres por Ezra Pound, que es en cierto modo una réplica al futurismo, aun cuando comparte con él rasgos esenciales. “Los dos atacan de frente la decadencia, el academicismo, el estetismo inmóvil, la tibieza, la molicie general… Tienen una misma voz de orden: energía, y un mismo objetivo: curar a Italia y a Inglaterra de su languidez” (p. 424). De Pound se conoce de sobra su opción política. Sternhell destaca también el papel de Thomas Edward Hulme, antirromántico, antidemócrata en política, traductor al inglés de Sorel. “revolucionario antidemócrata, absolutista en ética, que habla con desprecio del modernismo y del progreso y utiliza conceptos como el de honor sin el menor toque de irrealidad” (p. 429). Hulme es pues, para el autor, un representante de esa rebelión cultural que brota por doquier, antirracionalista, antiutilitarista, antihedonista, antiliberal, clasicista y nacionalista y que precede a la rebelión política.
Las generaciones de los años 20 y 30, que ya conocen la experiencia fascista, rehacen el camino del inconformismo. Así un Henri de Man, en 1938 presidente del partido socialista belga, uno de los grandes teóricos del socialismo en la época, seguido sólo ante Gramsci Lukacs, reemprende su propia revisión del marxismo y no será ilógico que, cuando su país capitule ante Alemania en 1940 llame a los militantes socialistas belgas a aceptar la nueva situación como un punto de partida para construir un nuevo orden: “La vía está libre para las dos causas que resumen las aspiraciones del pueblo: la paz europea y la justicia social”.. No muy diferente es en Francia el caso de Doriot.
¿Cómo ha podido surgir el fascismo en la historia europea y mundial? La explicación coyuntural no puede sino desembarcar en trivialidades. Se debe comprender al fascismo primero como un fenómeno cultural. Es, de partida, un rechazo de la mentalidad liberal, democrática y marxista; rechazo de la visión mecanicista y utilitarista de la sociedad. Mas expresa también “la voluntad de ver la instauración de una civilización heroica sobre las ruinas de una civilización  bajamente materialista. El fascismo quiere moldear un hombre nuevo, activista y dinámico”. No obstante presentar esta vertiente tradicionalista, este movimiento contienen en sus orígenes un carácter moderno muy pronunciado, y su estética futurista fue el mejor cartel para la captura de intelectuales, de una juventud que se agobia en las estrecheces de la burguesía. El elitismo, en el sentido de que una élite no es una categoría social definida por el lugar que se ocupa en el proceso de producción, sino un estado de espíritu, es otro componente mayor de esa fuerza de atracción. El mito, como clave de interpretación del mundo; el corporativismo, como ideal social que da a amplias capas de la población el sentimiento de que hay nuevas oportunidades de ascenso y de participación, constituyen también parte del secreto del fascismo, porque el fascismo reduce los problemas económicos y sociales a cuestiones, ante todo, de orden psicológico. Y, sobre todo, “servir a la colectividad formando un cuerpo con ella, identificar los propios intereses a los de la patria, comulgar en un mismo culto los valores heroicos, con una intensidad que desplaza al boletín de voto en la urna”. Es por todo esto que el estilo político desempeña un papel tan esencial en el fascismo. El fascismo vino a probar que existe una cultura no fundamentada en los privilegios del dinero o del nacimiento, sino sobre el espíritu de banda, de camaradería, de comunidad orgánica, de “Bund”, como se dijo en Alemania en la misma época.
Estos valores presentes en el fascismo tocan la sensibilidad de muchos europeos. Poco conocido es que en 1933 Sigmund Freud saludaba a Mussolini como un  “héroe de cultura”. Si esto era así, ¿por qué Croce hubiera debido votar contra él en 1924, por qué Pirandello hubiera debido rehusar el asiento que el Duce le ofreció en la Academia Italiana? Las realidades de los países europeos entre las dos guerras no son de una pieza: la cultura italiana está representada por MarinettiGentile y por Pirandello no menos que por Croce, y por Croce senador no menos que por Croce antifascista, del mismo modo que por la cultura alemana pueden hablar tanto SpenglerHeidegger, o Moeller van der Bruck tanto como los hermanos Mann, y la cultura francesa es tanto GideSartre o Camus tanto como Drieu la RochelleBrasillach o Céline
Así, “El nacimiento de la ideología fascista” otorga a su objeto una dignidad que no siempre se encuentra en los variados estudios sobre el tema. Ello sólo puede ser saludable para la historia de las ideas. Hagamos por nuestra parte algunas observaciones. Primero, que, como es evidente, Sternhell trata en su obra del fascismo latino, esto es, de las corrientes inconformistas surgidas en Francia y en Italia. Un tema de discusión es ver si el fascismo italiano y el nacional-socialismo alemán son cosas totalmente diferentes (esta es la tesis de De Felice), o bien si el nacional-socialismo es una especie dentro del fascismo genérico (tesis de Payne y Nolte). Del nacional-socialismo se ha discutido si fue “antimoderno” o si presentaba rasgos de una radical modernidad, dado que el innegable que el movimiento desarrolló un radicalismo antiburgués operativamente muy atractivo para los militantes comunistas.
El fascismo nace a la izquierda, a partir de una revisión del marxismo. Este revisionismo se desarrolla y se constituye en una corriente intelectual y política independiente a la cual concurren otras tendencias que cohabitan con el socialismo: NietzscheBergsonJames, y el nacionalismo integral. Al respecto es interesante comparar las diferentes evoluciones del marxismo que siguió siendo tal y las diferentes ramas “apóstatas”. El fascismo en una revisión del marxismo encontró que todos los partidos socialistas consideraban al marxismo una herencia a la que debían permanecer fieles. Sin embargo, en su evolución reciente todos esos partidos han renunciado a la herencia de Marx, acomodándose a la economía neoliberal. Siguen apegados, desde luego, a la matriz ilustrada, materialista e igualitaria. Al contrario, los fascistas, animados de otra cultura, mantuvieron siempre el espíritu revolucionario de ruptura con el orden burgués.
Sternhell insiste permanentemente en el respeto de los sindicalistas revolucionarios, de los socialistas nacionales, de los fascistas, por la propiedad privada y el capitalismo. ¿No habría que distinguir entre propiedad privada y capitalismo que, después de todo, históricamente no se identifican sin más? Todos los fascismos subrayaron siempre la diferencia entre la propiedad ligada al hombre y el gran capital financiero; entre el trabajo productivo y la servidumbre al interés del dinero (G. Feder). No parece adecuado pasarla por alto. Quizás Payne ha sido el autor más justo en este sentido.
Finalmente, es verdad que una cosa es reconocer el componente irracional de la vida humana y otra hacer del antirracionalismo una política. Sternhell, que durante toda su obra se ha mantenido alejado de toda afección moralizante, al final nos advierte del peligro del irracionalismo: “Cuando el antirracionalismo deviene un instrumento político, un medio de movilización de las masas y una máquina de guerra contra el liberalismo, el marxismo y la democracia; cuando se asocia a un intenso pesimismo cultural a la par de un culto pronunciado por la violencia, entonces el pensamiento fascista fatalmente toma forma” (p.451). La cuestión sería si sólo los valores políticos de la ilustración y del liberalismo son legítimos; si solo el chato optimismo hedonista puede pasar por perspectiva cultural, si las masas han de ser movilizadas sólo en nombre del deporte.
Aquí, obviamente, la ciencia no puede decir nada: estamos en el campo de la opción política.
 
 Erwin Robertson, para la revista Ciudad de los Césares
 
 
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